sábado, 26 de junio de 2010

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Son las diez de la noche.

De nada sirven los 600 gramos de felicidad

que han ahorrado a mi padre.

Prevalece una agitación de ladrones en el seno familiar

y cada quien declina

con su particular manera de desventuar la sangre.

Parece como si el movimiento fuera la bancarrota,

como si el amor fuera tan sólo cosas de adolescentes.

Mi padre nos quiere,

mi madre nos ama

porque hemos logrado ser una familia unida, amante de la

tranquilidad.

Pero ahora que son las diez de la noche,

ahora que como de costumbre nadie tiene nada que hacer

propongo cerrar puertas y ventanas

y abrir la llave del gas.


cosas que aveces sin kerer nos traen el
reuerdo de algien... esos detalles de la vida son lindos
cada que escucho este poema se me viene ala mente el recuerdo de minerva, una personita muy especial no se si ffue r la infinidad de veces q lo repitio en voz alta o por q siempre hablaba del pobresito sr x ppoero algo fue

tkm

tkm

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